Por Fredy Pulgarín Sierra.
En un entorno mundial competitivo, globalizado, en constante transformación, y marcado por la necesidad de crecimiento sostenible que a su vez depende de múltiples factores, es determinante encontrar enfoques alternativos, basados en las potencialidades del territorio y con alto impacto en el nivel empresarial, que permitan avanzar en la senda de una expansión equilibrada, y que superen los enfoques tradicionales basados en criterios macroeconómicos, o enfocados únicamente en agendas horizontales.
Los clusters, políticas de cluster e iniciativas de cluster adquirieron desde hace ya varios años gran importancia como elementos conceptuales, como base de la política económica, y como instrumentos para el desarrollo. El interés en esas estrategias de fortalecimiento empresarial con enfoque de mercado ha sido cada vez mayor en diversos países, ya que permite la creación de riqueza por medio del trabajo conjunto entre la academia, el sector público y el sector empresarial, y del diseño y ejecución de proyectos asociativos que generan mayor confianza, redes de trabajo y capital social, innovación, conocimiento de las tendencias del mercado y de los clientes, y un mejor acceso a información y tecnologías.
Diversificar la estructura productiva, impulsar mayores incrementos de productividad y generar nuevas oportunidades de calidad de vida para la población constituyen los principales retos alrededor de los cuales se diseñan e implementan las políticas y estrategias para el desarrollo económico y productivo en una región. El desarrollo de iniciativas cluster en las regiones como base del desarrollo territorial y la competitividad de los países, hacen posible la transformación de la base empresarial y su especialización en bienes y servicios de mayor valor agregado a través del aprovechamiento de las capacidades existentes en sectores tradicionales, con potencial de incorporación de conocimiento y progreso técnico, y del impulso a la creación y localización de empresas en actividades más especializadas, intensivas en conocimiento y tecnología. Los resultados de estas intervenciones demuestran que las empresas en las regiones tienen múltiples opciones estratégicas de mercado, en las cuales pueden competir y crecer.
«El desarrollo de iniciativas cluster en las regiones como base del desarrollo territorial y la competitividad de los países, hacen posible la transformación de la base empresarial y su especialización en bienes y servicios de mayor valor agregado (…)».
Una estrategia de competitividad e innovación regional basada en cluster, parte de escogencias claras basadas en factores propios y endémicos de cada región: la actividad real de sus firmas, las ventajas estructurales de su entorno, y las demandas sofisticadas que cada región sirve. Esta capacidad de entender cercanamente la economía del territorio y el tejido empresarial que lo soporta, permite individualizar los desafíos de las diferentes industrias, priorizar las intervenciones de la política pública industrial moderna, y trabajar de manera decidida pero diferenciada en las condiciones de entorno de cada actividad, referidas al sistema educativo, institucionalidad, infraestructura; así como sobre el funcionamiento y pertinencia de los ecosistemas de financiación y emprendimiento. Respecto a la intervención en ciencia, tecnología e innovación, el modelo cluster, a su vez, permite focalizar y priorizar las intervenciones de política de cambio estructural soportada en la política de Ciencia, Tecnología e Innovación, para el logro de un mayor impacto en la base empresarial de las regiones.
El modelo cluster permite, a través de los encadenamientos de valor, la vinculación de industrias o empresas de productividad intermedia a empresas más grandes o industrias de mayor liderazgo en productividad, lo que lleva a que el cambio estructural se transmita al conjunto de la economía. De esta forma el empleo va modificando su estructura, con una creciente reubicación de la población económicamente activa en sectores de media y alta productividad, y con impacto positivo sobre la demanda y la equidad.
Finalmente, el modelo facilita la identificación tanto de las necesidades individuales del empresario como las necesidades colectivas, orientando a las instituciones de apoyo al desarrollo empresarial en el diseño de servicios muy enfocados en las necesidades de cada uno, con su particularidad, así como las necesidades transversales del cluster, lo cual, hace que el fortalecimiento empresarial se dé colectivamente, y se genere riqueza a partir de servicios empresariales especializados.
