
La economía colombiana cierra el año con señales mixtas: mientras Antioquia lidera una recuperación sólida impulsada por el consumo de los hogares, el resto del país enfrenta un preocupante estancamiento de la inversión. Así lo advirtió José Ignacio López, director de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), quien destacó que el reto no es solo crecer, sino hacerlo de manera sostenible. La alerta fue planteada en el Foro sobre Perspectivas Económicas desarrollado por la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia.
De acuerdo con López, Antioquia y su capital, Medellín, se han convertido en el epicentro de la reactivación económica del país. “Las cifras son claras: Antioquia está mostrando mejores indicadores que el promedio nacional en vivienda, industria y servicios”, afirmó.
El departamento registra ventas de vivienda que cuadruplican el promedio del país, un repunte en la actividad industrial y un crecimiento sostenido en turismo. Este dinamismo, según ANIF, es producto de la articulación entre el sector público y privado, un modelo que, lamentablemente, no se replica con la misma fuerza en el resto del territorio nacional.
En ese contexto, ANIF proyecta un crecimiento del PIB nacional de 2,8% para 2025, ligeramente superior al consenso de analistas (2,6%). Este desempeño, señaló López, obedece al impulso del consumo, el repunte del comercio, las remesas y las transferencias gubernamentales. No obstante, advierte que depender exclusivamente del gasto de los hogares es un camino insostenible.
El “gran lunar” de la economía, subraya López, es la caída de la inversión, que amenaza la sostenibilidad del crecimiento. “Para volver al nivel previo a la pandemia, necesitamos al menos 60 billones de pesos adicionales en inversión. Y si queremos superar el 20% del PIB, el esfuerzo debe ser de más de 100 billones”, explicó.
Los sectores más rezagados son infraestructura, construcción y energía, donde la parálisis de proyectos y la incertidumbre regulatoria frenan el dinamismo. La falta de confianza y los cambios constantes en las reglas de juego —fiscales, jurídicas y políticas— desalientan tanto a inversionistas nacionales como extranjeros.
Inversión extranjera entre luces y sombras
Aunque Antioquia continúa atrayendo capital extranjero y consolidándose como un “oasis” de confianza, el panorama nacional muestra caídas persistentes en la inversión foránea. Para López, el país necesita estabilidad y reglas claras a 5 o 10 años si quiere recuperar el interés de los grandes inversionistas.
En contraste, las remesas —que superan los 12 mil millones de dólares anuales— se han convertido en un soporte fundamental para el consumo de los hogares. “Son la buena noticia de una mala noticia”, expresó el director de ANIF. “Llegan recursos, pero porque muchos colombianos tuvieron que irse del país en busca de mejores oportunidades”.
Sobre el salario mínimo
De cara a la negociación del salario mínimo, ANIF propone un aumento de entre 7,5% y 8%, cifra que compensaría la inflación y reflejaría la productividad. Sin embargo, López advierte sobre la posibilidad de que el gobierno busque un incremento mayor con fines políticos en un año preelectoral, lo cual podría “enfriar” la recuperación del empleo formal y aumentar la informalidad en 2026.
En materia fiscal, el panorama tampoco es alentador. Las cuentas públicas se han deteriorado y el déficit presiona al alza las tasas de interés. “El próximo gobierno recibirá una situación fiscal compleja, que deberá abordar con responsabilidad y realismo”, subrayó.
La tensa relación con Estados Unidos
Finalmente, López abordó el impacto de la tensión diplomática con Estados Unidos, el principal socio comercial del país. Aunque reconoce la inquietud del sector empresarial, también ve oportunidades. “Colombia tiene una posición privilegiada frente a competidores asiáticos con aranceles más altos. De hecho, Antioquia ha incrementado sus exportaciones hacia ese mercado pese a la coyuntura”, señaló. En síntesis, mientras Antioquia se consolida como el motor de la reactivación, el país enfrenta un desafío mayor: restablecer la confianza y el flujo de inversión que garanticen un crecimiento sostenible. Sin ese impulso, la recuperación actual podría ser solo un espejismo de corto plazo.




