
Alemania busca aumentar su seguridad energética tras la ruptura con Rusia y el Hidrógeno es la gran apuesta para la reconversión a una economía respetuosa con el clima. Sin embargo, depende de las importaciones, por ejemplo de Noruega.
El ministro de economía de Alemania, Robert Habek, y el primer ministro noruego, Jonnas Gahr Store, acordaron en Oslo reforzar la cooperación entre ambos países. Algo esencial para Alemania, pues Noruega es su principal proveedor de energía. La idea es que ahora el país nórdico les suministre hidrógeno.
“Como principal proveedor en Europa, Noruega es consciente de la importancia del volumen y la estabilidad del suministro de gas”, dijo el primer ministro noruego.
En ese sentido, Noruega y Alemania apuestan por una asociación estratégica en el ámbito climático y de las energías renovables. El acuerdo que firmaron este 5 de enero incluye la construcción de un conducto de hidrógeno por el mar del norte.
“El siguiente paso es que Noruega, que ha cimentado su riqueza económica sobre la exportación de petróleo y gas, se descarbonice para seguir formando parte de la infraestructura energética y del suministro de energía en el futuro”, señaló el Ministro de economía alemán.
Se prevé que Noruega suministre unos 4 millones de toneladas de hidrógeno a Alemania a través de este gasoducto que debe iniciar operaciones en 2030.
Noruega apuesta por la producción de hidrógeno verde que no emite CO2 pero también de hidrógeno azul, en este caso, el CO2 se almacena en el subsuelo del lecho marino, método que, aunque controvertido en Alemania, facilitará la captura y almacenamiento de más del 95% de las emisiones de CO2, bajo el lecho marino noruego.
Así, el proyecto contempla dos etapas, en la primera, desde Noruega se transportará hidrógeno azul a través del gasoducto y en la segunda, que se concretará a medio plazo, llegará a Alemania cada vez más hidrógeno verde.
El proyecto es más que una tubería, pues implicará que en ambos países se desarrolle un ecosistema empresarial, con fábricas que generen el hidrógeno en Noruega y, en Alemania, con fábricas que transformen el hidrógeno en otras fuentes de energía para su uso o con la creación o ajuste de una industria que pueda usar ese hidrógeno directamente. Con el fortalecimiento de sus vínculos de cooperación, Noruega cimenta más su influencia en el futuro energético de Alemania, un país que requiere fuentes alternativas para evitar la dependencia del gas ruso y, entre otras cosas, no perder la competitividad de costos de su industria, que podría perder terreno frente a los costos de otras potencias económicas como China o Estados Unidos.