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Las tradiciones y sentimientos que se avivan por esta época adobaron la gratitud de la UPB con lo que 2024 les trajo
Con logros como la renovación de la acreditación en Alta Calidad Multicampus, por parte del Ministerio de Educación Nacional, y el fortalecimiento de su modelo de etnoeducación, la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB) compartió que su gestión de 2024 le permite mirar con esperanza y entusiasmo el 2025.
“Ha sido un año muy retador, pero es un balance positivo de la universidad en todo el sistema nacional, terminamos con buena salud financiera y con salud en toda la estructura del conocimiento, con respuestas y soluciones a problemas de la condición humana y del planeta que para eso se necesita la universidad. Es un balance que nos dispone para recibir nuevos retos”, comentó el padre Diego Marulanda, rector general.
Entre los retos, cobra relevancia la situación del ICETEX que afecta a más de 4.700 estudiantes, de los 21.000 que hoy tiene la UPB: “no se pueden quedar solos, no se pueden desvincular, son proyectos de vida, de familia, de país y vamos a encontrar oportunidades para que estos jóvenes y muchos más que quieren estudiar en esta universidad tengan esa gran oportunidad, así como cerca del 70% de nuestros estudiantes son de estrato 1, 2 y 3”, aseguró.
Otros retos emergen de la misionalidad y la mirada prospectiva de la universidad, como asumir con más compromiso su condición de vecino del barrio Laureles, su apuesta por el intra emprendimiento y la evolución de su enfoque de internacionalización.
Así, frente al posicionamiento de Laureles como un atractivo de Medellín, la UPB proyecta insertarse en el trabajo colaborativo que se está adelantando para que en ese sector se dé la cohabitación armónica y sostenible del turismo con el día a día de la comunidad. “Ahí vienen buenas noticias porque creo que entre todos podemos construir un lugar para habitar Medellín de una manera distinta”, dijo el padre Diego.
El rector resaltó el potencial que representa la promoción del emprendimiento dentro de la institución, y que este 2024 obtuvo avances significativos, especialmente con tres programas: el Centro de Desarrollo de videojuegos y experiencias digitales ASEIS; el laboratorio CE3PAC, de caracterización de materiales para empaques, diseño y certificaciones, que es pionero en el país; y SIN FRONTERAS, iniciativa de servicios de turismo con enfoque cultural y experiencial.
¿La UPB epicentro de internacionalización?
El padre Marulanda también resaltó los avances de la UPB en términos de movilidad internacional para docentes y estudiantes que derivó en que este año se matricularan 90 estudiantes de 15 países y que viene naturalizando a los extranjeros como parte de su comunidad académica, algo que les sembró la idea de buscar nuevos caminos para gestar relaciones y actividades que fortalezcan sus capacidades institucionales.
“Queremos apostarle a conversar con otras estructuras del conocimiento sobre lo que hace que la vida sea sostenible: el agua, la energía, la salud, las TIC y sobre todo la reflexión sobre la condición humana. Y viene una internacionalización a otro nivel, entre otros, en julio vamos a ir a Serbia a presentar la candidatura al Congreso Internacional Americanista, que es una reflexión de todas las ciencias sociales y humanas, muy importante, y lo vamos a hacer con la Alcaldía”, reveló.
El nacimiento 100.000
El rector compartió que este año, en la Clínica Universitaria Bolivariana, nació Ana Victoria, quien encarnó el nacimiento número 100.000 atendido por este centro hospitalario, anécdota que les inspiró una decisión trascendental: “Todo niño que nazca en la Clínica Bolivariana lo hacemos estudiante y parte de esta universidad, de esta comunidad. Le entregamos el carné y lo queremos acompañar para que pase por jardín, por primaria, por bachillerato, por todo el proceso de formación”.
El compartir, la gratitud, el destino: la Navidad
Esta conversación sobre logros y proyecciones institucionales se adobó con la participación de Simiqui Sauna, indígena Kogui, estudiante de la Licenciatura en Etnoeducación, y el profesor Memo Ánjel, integrantes de la comunidad universitaria que compartieron sus experiencias y reflexiones en torno a la Navidad y sobre eso a lo que invita esta época del año.
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Un intercambio de visiones y tradiciones que, complementado por el padre Marulanda, coincidió en que la Navidad aviva la alegría de compartir el camino con las personas más queridas, con la familia, y de aprender de las experiencias del otro y celebrar con gratitud la vida y lo que ella provee para que cada quien crezca obrando bien.
Sauna compartió: “en la comunidad se ayuna y se consumen comidas típicas sin sal, puras, para retribuir esa energía al Padre Sol. Se agradece a quienes ya no están y a los ancestros. Es un momento para reunirnos y compartir, para estar en paz con la naturaleza y los vientos. Nuestra Navidad es todos los días”.
Por su parte, Ánjel señaló: “el pesebre nos hace pensar para dónde vamos y con quién, y ser conscientes de que la Navidad es dar pasos con la familia y recordar cuál es el sentido de la creación. Es un momento de reflexión que tiene que durar todo el año, un momento para encontrarnos a conversar porque la conversación nos pone en paz, en reflexión, aprendemos del otro y de la alegría de sus buenas acciones”.
Y el rector redondeó con una reflexión: “en el mundo cada vez tenemos menos ritualidad. La Navidad nos invita a volver a ello. En el rito está el sabor, el compartir, por eso usualmente tiene comida. La Navidad es la ocasión para ser conscientes de que estamos habitados por la luz y de que celebramos el nacimiento como un símbolo de que la humanidad se salva en la familia”.